Fotografía: Monumento Encuentro entre dos mundos, en Bayona, España. Erigido con motivo de la celebración del quinto centenario de la arribada de la Pinta en Baiona procedente de América, se inauguró en 1993 esta estatua construida en piedra y que conmemora el descubrimiento del nuevo continente. Se encuentra en las inmediaciones de Monte do Boi, donde se erige la fortaleza de Monterreal, es obra del escultor gallego Magín Picallo.
"Un encuentro es, exactamente, el cara-a-cara de dos personas como realización de un movimiento de ir hacia el otro en la libertad, el afecto, y esto mutuamente.
Cada uno va hacia el otro sabiendo que el otro viene hacia uno, en el reconocimiento del otro como otro y en el respeto de su exterioridad dignal. Pero si el encuentro es desigual,
en el sentido que uno va hacia el otro con la intención de constituirlo como "ente-explotable", ya no puede haber "encuentro" y hay que encontrar la palabra apropiada para tal acontecimiento:
---Dios tuvo por bien elegirme, -dice Bartolomé para procurar volver por aquellas universas gentes que llamamos indias, poseedores de aquellos reinos y tierras, sobre los agravios, males y daños nunca otros tales vistos ni oídos, que de nosotros los españoles han recibido contra toda razón y justicia, y por reducirlos a su libertad prístina de que han sido despojados injustamente, y por liberarlos de la violenta muerte que todavía padecen.---
Para Bartolomé, entonces, aquello no fue un encuentro.
Fue un choque, un "enfrentamiento" en su sentido antropológico y militar. "Enfrentamiento": darse de frente, en la frente, pero también afrentar, humillar, agraviar, como escribe Bartolomé.
Cuando hay un "enfrentamiento" o un "encuentro" desigual, uno
considera al otro como el "ente explotable" (poseedor de riqueza, de oro...) y actúa en consecuencia: lo inmoviliza, lo desarma, lo desapropia de sus "reinos, tierras", riquezas.
No va en realidad al encuentro del otro como otro; por el contrario, va a las cosas del otro que tienen sentido en el propio mundo europeo. Esta "codicia" o deseo desmedido de la riqueza del otro imposibilita tener un "encuentro".
Es un "enfrentamiento" posesor de lo ajeno: es robo, rapiña, disolución del mundo indio. Al de allá se le llama viejo, al de acá nuevo, en realidad el mismo, aunque contra la voluntad del conquistador se irá haciendo también otro."
Fragmento de "Historia de la filosofía latinoamericana y filosofía de la liberación" de Enrique Dussel.